sábado, 6 de junio de 2009

Aeropuerto viejo.

Un avión Fokker F-27 de la compañía Iberia se sale de la pista por la cabecera norte del aeropuerto de La Palma y cae por un talud o pequeña ladera. Aquella noticia, el día 5 de enero de 1970, era el principio del fin del aeródromo de Buenavista, en Breña Alta, una instalación que apenas tres meses después pasaría a un olvido que ya se prolonga durante 38 años.

La instalación había cumplido con su objetivo y le llegaba la "jubilación". Fue determinante para introducir a la Isla en el mun-do de la comunicación aérea. Sin embargo, las necesidades de los aviones cada vez más modernos eran mayores y la zona de aterrizaje, que era más que suficiente en junio de 1955, cuando se inauguró, ya generaba, a finales de los 60, demasiadas dudas.

Al final, por exigencia de los propios pilotos y la aceptación de las autoridades competentes, el aeropuerto de Mazo, el actual, comenzó con las operaciones en el mes de abril, aunque, para decir toda la verdad, aún no estaban finalizadas, ni mucho menos, las obras de construcción ni tampoco el asfaltado de las vías de acceso. El citado accidente en Buenavista terminó por acelerarlo todo.

Tras su cierre definitivo, el ae-ropuerto viejo, pues es así como se le conoce en La Palma, ha sido utilizado para diferentes menesteres que, en realidad, son totalmente distintos para los que fue confeccionado. La pista la divide, casi por el centro, la carretera que conecta el Valle de Aridane con la comarca Este, además de otros ramales viales para zonas cercanas, mientras que el resto del trazado ha servido tanto para el aprendizaje y exámenes prácticos del carnet de conducir como, también, para el depósito de residuos, sobre todo material pesado. Sí, son muchos años de ostracismo. De vivir lejos, muy lejos, del protagonismo que tuviera antaño.

Reversión del suelo. Con el transcurrir de los años, Defensa reconoció que había desaparecido la afectación de los terrenos al fin público al que estaban destinados, por lo que sus originarios dueños, aquellos que fueron expropiados, tenían el derecho de recuperar su suelo. En 1998, concretamente el 24 de marzo, el Boletín Oficial de Canarias publicó la decisión del ministro del ramo, tomada cinco años antes, en 1993, por la que desafectaba las parcelas.

En el citado anuncio se informaba acerca de las 17 personas o herederos que tenían derecho a la recuperación de sus fincas. Todos fueron al ayuntamiento y solicitaron la reversión.

Más metros que suelo. Todo parecía, por aquel entonces, en vías de solución. Los propietarios recuperarían el suelo y el aeropuerto de Buenavista tendría un uso privado para la edificación o la instalación de empresas. Pero llegaron los problemas. La mayoría aceptó los terrenos ofrecidos por el Gobierno, pero otros, media docena, mostraron su disconformidad y optaron por acudir al contencioso administrativo. Pleitos aquellos que aún están abiertos, en manos de la justicia.

El principal escollo está en que en el parcelario oficial del Ministerio aparecen cantidades desorbitadas de metros cuadrados. Tantos que físicamente, en la realidad, no caben en el aeropuerto y que, incluso, afectan a más de la mitad del cementerio municipal. ¿Qué ocurrió? Se desconoce, aunque una posibilidad es que se empleara un sistema de compra para aquellos que vendieron en el que se estableció que en lugar de pagar con dinero se abonaba con metros. Es decir, se pagaba poco dinero pero se ponía más terreno para que la "cuenta final" fuera aceptada por la mayoría de afectados.

El Ayuntamiento de Breña Alta intentó mediar ante Defensa y gracias al laborioso trabajo del gabinete técnico municipal elaboró un parcelario nuevo, ajustado a una cartografía real, pero el Estado nunca admitió la propuesta breñusca, por lo que habrá que esperar las sentencias, siempre que sean viables, para conocer qué ocurre con 131.727 metros cuadrados de suelo en una zona privilegiada de La Palma.

Tres viviendas en la terminal. La antigua terminal del aeropuerto es en la actualidad, para rizar el rizo, el espacio de tres confortables vi-viendas en las que residen trabajadores o familiares de personal del aeropuerto que, por diferentes circunstancias, lograron en su día el permiso del Ministerio de Defensa para alojarse en tales dependencias. Fuentes consultadas por EL DÍA aseguraron que esta situación complica aún más la reversión del suelo, ya que son personas con derechos adquiridos sobre la edificación que ahora ocupan. Al final es la historia, casi sobrevolada, de un antiguo aeropuerto que seguramente, quizás, añora aquellos tiempos en los que albergó el DC-3 de Iberia o el Junkers Ju-52 del Ejército del Aire. Tiempos que no volverán.


Hecho por: Lennimar Carolina Soto García. Nº:25.

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