domingo, 21 de junio de 2009

El volcan de San Juan (1949)




La noche del 24 de junio apareció el primer cráter sobre la dorsal de Cumbre Vieja, que fue bautizado como el del Duraznero. Unas dos semanas después, en el lugar conocido como Llano del Banco, se abrió una grieta a ras de superficie, de la que salieron dos ríos de lava que alcanzaron la costa occidental. Muchos atribuyeron a un milagro el hecho que las lenguas de fuego evitaran la vecina ermita de San Nicolás, ante la que se bifurcaron como por intervención divina. El 13 de julio, surge la boca de Hoyo Negro, que provocó una lluvia de azufre y cenizas sobre Los Llanos de Aridane.


Hecho por: Lennimar Carolina Soto García.

sábado, 20 de junio de 2009

Erupciones en La Palma

Teneguía (1971)
El último volcán en surgir sobre suelo español despertó el 26 de octubre. Parte de los materiales expulsados fueron ganados al mar, en un grandioso espectáculo pirotécnico que no tardó en atraer a la isla a miles de visitantes. Se da la circunstancia de que es el único volcán canario con víctimas, ya que una persona falleció por la inhalación de gases tóxicos al acercarse demasiado con la intención de tomar imágenes de la erupción. En general fue sin embargo un fenómeno positivo, ya que las tierras ganadas al mar se convirtieron en una oportuna plataforma sobre la que extender los cultivos de plataneras. Sobre sus lavas se declaró en 1897 un espacio natural protegido, con categoría de Monumento Natural.

San Juan (1949)
La noche del 24 de junio apareció el primer cráter sobre la dorsal de Cumbre Vieja, que fue bautizado como el del Duraznero. Unas dos semanas después, en el lugar conocido como Llano del Banco, se abrió una grieta a ras de superficie, de la que salieron dos ríos de lava que alcanzaron la costa occidental. Muchos atribuyeron a un milagro el hecho que las lenguas de fuego evitaran la vecina ermita de San Nicolás, ante la que se bifurcaron como por intervención divina. El 13 de julio, surge la boca de Hoyo Negro, que provocó una lluvia de azufre y cenizas sobre Los Llanos de Aridane.

El Charco (1712)
Cubrió la costa suroccidental de la isla y llegó hasta el mar, sobre una de las mayores propiedades agrícolas de la isla (de la que toma el nombre). La mayor parte de sus coladas forman hoy parte del Paisaje Protegido de Tamanca, aunque buena parte del terreno sepultado fue vuelto a recuperar para su uso como zona de cultivos. Se calcula que llegó a tener unas 14 bocas.

San Antonio (1677)
Su boca más conocida es el cráter que hoy se encuentra en las proximidades del Centro de Visitantes, junto el núcleo fuencalentero de Los Canarios. Pero una de las secundarias sepultó la conocida como Fuente Santa, cuyas propiedades curativas eran bien conocidas en los alrededores (a finales de 2005 avanzaban los trabajos para recuperarla). La erupción se inició un 17 de enero (día de San Antonio Abad, que hoy en día es fiesta en el municipio) y duró hasta el 21 de enero del año siguiente.



Martín (1646)

El 31 de septiembre se detectó la presencia de humo en lo alto de la Cumbre Vieja. En los sucesivos días expulsó enormes cantidades de cenizas, piedras y cuatro ríos de lava, que vertieron por el lado este de la isla. Al mismo tiempo, en la misma orilla del mar de Fuencaliente se abrieron dos nuevas bocas que ganaron terreno al océano. La actividad cesó el 18 de diciembre, tan repentinamente como había empezado.

Tajuya – Jedey (1585)
Conocemos su nacimiento por Leonardo Torriani, un ingeniero italiano al servicio de Felipe II que estaba destinado en la isla para mejorar sus fortificaciones. La erupción comenzó el 19 de mayo y terminó el 10 de agosto. El también conocido como Tihuya fue uno de los más dañinos para la agricultura, ya que nació sobre una zona de cultivos. Para la posteridad dejó los espectaculares Roques de Jedey, conocidos popularmente con el nombre de “Los Campanarios”.

Montaña Quemada (1470-1492)
Se considera la última erupción prehistórica de nuestra isla, ya que tiene más de 500 años de antigüedad. Durante años se pensó que las crónicas de Torriani correspondían a esta erupción, pero la teoría ha sido refutada por dataciones posteriores. Sus coladas forman una llamativa media luna, que se distingue mejor desde la cumbre del pico Birigoyo o desde la pista forestal que recorre el borde de la Cumbre Nueva. Su cono, en el borde de la carretera de acceso al Refugio del Pilar, ha sido colonizado por la vegetación autóctona.


HECHO POR : Antonio José López Amaya


jueves, 18 de junio de 2009

Fotos antiguas del barranco de Gallegos



Algunos de los que colaboraron haciendo la carretera.




Gente trabajando en el barranco.





Traslado de material para hacer la carretera.



Hecho por: Lennimar Carolina Soto García.

Fotos del puerto de GallegoS









Hecho por: Lennimar Carolina Soto García.

Un puerto en el morro de Talavera



En julio de 1929 el ingeniero militar Gutiérrez de Soto presentó un proyecto para construir un enclave portuario

El municipio de Barlovento, que ocupa una extensión de 43,5 kilómetros cuadrados, tiene un tramo corto de cumbre -entre Tamagantera y el Pico de la Cruz, de 2.351 metros de altitud- y una amplia vertiente marítima con una doble fachada, una que se encuentra orientada al Este, baja y rocosa y otra al Norte, formada por altísimos escarpados cortados por profundos barrancos que descienden desde las cumbres, siendo el saliente más importante de la costa el promontorio de Punta Cumplida, localizado en la posición 28º 50’ 3" N y 17º 46’ 6" W, al que ya nos hemos referido en otra oportunidad con motivo de un trabajo sobre el faro existente en aquel lugar.

La construcción del faro, que tiene una torre cónica gris oscura, fue la obra más importante que se hizo en el municipio en la segunda mitad del siglo XIX, y continuó siéndolo durante muchos años después, hasta que a mediados de la década de los setenta del siglo XX comenzó la construcción del embalse de La Laguna de Barlovento, que se prolongó durante bastante tiempo y está considerada una de las obras hidráulicas más importantes de La Palma.

Entre 1845 y 1850, años en los que Pascual Madoz realizó su célebre "Diccionario", escribe que Barlovento está situado "al pie de las escarpadas cimas de la cumbre, inmediato a la playa del mar con buena ventilación, cielo alegre, despejada atmósfera y clima saludable (…) el terreno es áspero, barrancoso y lleno de cortaduras y desigualdades hasta la misma playa, pero en medio no faltan valles y cañadas de muy buenas tierras de cultivo, que regadas con diferentes manantiales de agua, son muy propias para diversos géneros de simientes y plantíos, especialmente bananos, naranjos cidroneros y todos cuantos frutos son propios de los trópicos".

A mediados del siglo XIX, las plantaciones de tuneras para la cría de la cochinilla, cuyo tinte demandaba la industria textil europea, aliviaron en parte la miseria de los campesinos y frenaron la corriente emigratoria hacia Cuba. El ciclo se mantuvo hasta la década de los años setenta de aquella centuria, cuando todo acabó con el descubrimiento de las anilinas artificiales.

A continuación comenzó el ciclo de las plantaciones de tabaco, que ofrecía empleo suficiente a las familias y asalariados de pequeños propietarios, con una producción para una industria que se presagiaba floreciente, pero que también se fue al traste cuando comenzó la competencia de las plantaciones peninsulares.

La emigración a Cuba tuvo, entre otras consecuencias, el envío de remesas que garantizaban la subsistencia de las familias que habían quedado en la tierra natal y, al mismo tiempo, contribuyó a que se produjera un cambio en la estructura de la propiedad de la tierra, de modo que posibilitó la transacción de una propiedad con múltiples explotaciones minifundistas en régimen de condominio a otra en la que el campesino adquirió la titularidad de la tierra. Los terratenientes, afectados de lleno por la crisis de la cochinilla, aceptaron vender una parte de sus propiedades a los indianos que habían hecho fortuna en el otro lado del Atlántico.

Este dinero era necesario, además, para financiar la construcción de las obras de regadío para la implantación de los cultivos de la caña de azúcar, primero y del plátano, después, en las explotaciones agrarias cuyo dominio absoluto aún mantenían.

En la década de los años veinte del siglo XX, el retorno masivo de emigrantes acabó por configurar el espacio minifundista en el municipio de Barlovento, pues las remesas se invirtieron en la adquisición de pequeñas parcelas, de unos pocos celemines por familia, para las plantaciones de plátanos y de otras infraestructuras aparejadas a las necesidades del cultivo: estanques, canalizaciones de agua y la apertura de galerías.

La expansión agraria redujo la migración al dar empleo a las unidades familiares de pequeños propietarios y jornaleros, que obtenían unos ingresos complementarios de la explotación forestal y también de los cultivos de cereales en las parcelas de patrimonio comunal. Frente a lo ocurrido en otros municipios insulares, cuyos bienes comunales conocieron un continuo proceso de privatización y acabaron siendo enajenados previa conversión en bienes de propios, atendiendo las propuestas de la desamortización de 1855, el vecindario de Barlovento se negó a perder ese patrimonio. "Una negativa -explican A. Macías y G. Cáceres- que carece aún de una adecuada explicación, aunque cabe pensar que la minoría rural que controlaba los cargos municipales no tuvo fuerza suficiente para imponer la privatización del comunal, frente a los intereses de la colectividad, o bien no tuvo capital para competir en la subasta de tales bienes con la terratenencia insular".

Charles Edwardes
En 1888, Charles Edwardes, uno de los viajeros ingleses que llegaron a La Palma, cuando iba a lomos de caballería camino de Barlovento, escribe que "media hora después de que hubiera salido el sol, nos internamos en el primero de los doce barrancos que iban a caracterizar el día, el barranco de la Herradura, un profundo abismo que comenzaba prácticamente a la puerta de la casa de nuestro amigo. Al alcanzar el otro lado, trotamos alegremente en medio de varios acres de ricos campos de cereales, adornados con amapolas rojas y amarillas, y de altramuces. Entonces ascendimos hasta una llanura de tierra roja, igualmente fértil, y pasamos la villa de Barlovento, salpicada de excéntricos molinos de viento, y famosa en La Palma por el faro que guarda el extremo noroeste de la isla".

"Continuamos subiendo hasta encontrarnos rodeados de brezos y cerca de los pinos de las montañas a nuestra izquierda, que a estas horas se hallaba barrida por las nubes. Una vez que la geografía norteña de la isla se desplegó por debajo nuestro en forma de amplias pendientes hasta el rocoso litoral batido por las olas, entonces pudimos hacernos una idea de los obstáculos que nos aguardaban. ¡Un barranco tras otro hasta la costa! Desde el borde de estas soberbias hondonadas contemplamos las escarpadas pendientes de ochocientos y mil pies de profundidad, mientras nos preguntábamos cómo las íbamos a superar".

A pesar de este panorama de atraso agrario, a Barlovento también llegaron los vientos de la modernidad social y política del primer tercio del siglo XX, introducidos por los indianos y por los proletarios que trabajaban en las haciendas plataneras de Oropesa y sus aledaños, a pesar de que entonces Barlovento era todavía un lugar alejado, con caminos de herradura en pésimo estado, de modo que las comunicaciones de importancia se realizaban por el embarcadero de Talavera, a bordo de veleros y falúas que enlazaban con la capital insular, Santa Cruz de La Palma.

Desde hacía tiempo, en Barlovento se abrigaba la ilusión de que pudiera construirse un modesto puerto junto al morro de Talavera, que sirviera para la comunicación de personas y, al mismo tiempo, para la exportación de la producción frutera de la comarca y la importación de productos de necesidad, habida cuenta de la lentitud y las dificultades con que tropezaba la construcción de la carretera comarcal, que habría de demorarse todavía unos años más.

El 28 de julio de 1929, el ingeniero militar Fermín Gutiérrez de Soto presentó un estudio relativo al puerto de Talavera, en el que primero hace constar las características del territorio insular, destacando "la gran desproporción que existe entre la elevación de sus alturas y su extensión, unido a las enormes cortaduras, denominadas barrancos que, desde la divisoria, marchan a la costa", un hecho que dificultaba las comunicaciones terrestres entre los pueblos de la isla y de modo especial entre los situados en la zona Norte, y esa consideración "justifica el anhelo, cada vez más creciente, de los habitantes de todos los pueblos enclavados en esa comarca, y muy singularmente los de Barlovento, de buscar por vía marítima, lo que la Naturaleza, tan pródiga en otros países, les negó, casi en absoluto, por tierra y lograr por ese medio libre salida de los frutos de su trabajo, esencialmente agrícola, y entrada de los productos de otros pueblos, así nacionales como extranjeros, y contribuir al bienestar y progreso de sus hijos, en todos los órdenes de la actividad humana, concluyendo de una vez con el vergonzoso aislamiento en que han vivido durante tantos años".

El citado ingeniero levantó un plano del puerto de Talavera y su territorio próximo, así como el detalle de la situación general de la costa, trabajos que se efectuaron de "trámite obligatorio" en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 10 del capítulo III del Reglamento para Ejecución de la Ley de Puertos de 7 de mayo de 1880 "y con objeto de proponer a la superioridad, en su día, el proyecto de obras necesarias para su mejoramiento".

Gutiérrez de Soto añadía que la elección de Talavera "para el fin que se indica, no ha sido caprichosa ni ha sido motivada por el deseo de obtener determinadas ventajas para Barlovento, núcleo de población más próximo al mismo; sino que, al designarlo, se han tenido en cuenta circunstancias de conveniencia, condiciones naturales y situación que concurren en él y que han hecho sea objeto de atención preferente".

Para fundamentar su argumento, señalaba que "estudiado el perímetro de toda la costa Norte de la isla, desde Punta gorda a Punta llana, no existe ningún abrigo que pueda cumplir como tal, sino la pequeña rada de Talavera; siendo la única en la que, con la construcción de pequeñas obras, de muy poco coste, podía ser habilitada convenientemente".

"Dicha rada está formada por la parte de costa comprendida entre el fin del barranco de La Cabrita y un saliente de 200 metros, que avanza en el mar en dirección NE y está constituido por un mogón o peñón de una altura media de 20 metros y una extensión superficial en su parte superior de 7 metros y un perímetro en su base de 25 metros aproximadamente".

"La orientación de este peñón, con respecto a la línea general de la costa, demuestra a la simple observación, que con algunas obras de escasa importancia, las embarcaciones que fondeasen en la rada quedarían resguardadas de los vientos del E que son los reinantes en esta parte de la isla".

"El mencionado peñón está unido a la costa por una verdadera escollera natural de grandes rocas, sobre la que está construido un camino de unos 2 metros de su contorno, va al pequeño embarcadero, existente en la actualidad. La escollera tiene una longitud de 45 metros".

"Como se observa en el plano, al efectuar el levantamiento se practicaron diversos sondeos para determinar la profundidad de la rada en marea baja. Los perfiles de los mismos acusan una cota negativa de tres metros en la parte más aproximada a la costa y asciende rápidamente a cifras superiores a los 10 metros en la parte más avanzada del morro, lo que demuestra pueden fondear en la misma toda clase de embarcaciones menores y en general la carga que presta este servicio en el Archipiélago".

Con el puerto de Talavera enlazaban entonces tres caminos vecinales. En el citado informe se indica que "uno es el que va a Barlovento y se prolonga hasta los pequeños pueblos de Gallegos y Franceses hasta Garafía; otro es el que llega hasta el faro de Punta Cumplida y un tercero que atravesando el barranco de la Herradura llega a San Andrés y Sauces" y agrega que "además hay que citar el proyecto de camino vecinal desde Talavera a Barlovento, proyectado ya por el Estado y para el que hay concedido un crédito inicial de pesetas 15.144".

Durante la Segunda República, la extensión de la red de carreteras recibió un notable impulso en La Palma y el Cabildo Insular asumió la iniciativa de construcción de los caminos vecinales. También se mostró interés por la posibilidad de potenciar el lugar como punto de apoyo para la comunicación marítima de la zona. El 13 de junio de 1932, el ingeniero José Espejo presentó el proyecto de un transbordador aéreo en la pequeña rada de Talavera, para facilitar el embarque de la fruta y el transporte de mercancías, que no pasó del papel.

Pese a las buenas disposiciones, lo cierto fue que presiones de tipo político hicieron inviable el proyecto del puerto de Talavera -por miedo a que pudiera restar importancia a Puerto Spíndola-, y aunque en años posteriores los responsables municipales de Barlovento intentaron en varias ocasiones su posible reactivación, el esfuerzo resultó vano. El nuevo régimen tampoco mostró especial interés.




Hecho por: Lennimar Carolina Soto García.

miércoles, 17 de junio de 2009

El difícil paso del barranco de Gallegos.













La Comisión Hidrográfica del "Tofiño" terminó en 1959 el levantamiento de la costa norte de La Palma


Las líneas de acción para el transporte del camión eran tres: el camino de herradura desde el barranco de Garome hasta Santo Domingo de Garafía; el desembarco, mediante barqueo, en el proís de Santo Domingo y el cruce del barranco de Gallegos.

La primera posibilidad, aunque mal camino, era el menos malo de los tres, pero presentaba el inconveniente de la distancia. El barqueo estaba condicionado al estado del tiempo, que permitía efectuarlo pocos días al año; además, el acceso desde el proís consistía en poco menos que una escala tallada en el acantilado.

Desde el principio se desecharon estas dos vías y se dedicó la atención al paso del barranco de Gallegos, que tenía instalado un cable de unos 600 metros de longitud, mediante el cual se efectuaba el abastecimiento y la salida de productos de Santo Domingo, Don Pedro, Franceses y Gallegos. Las personas, para cruzarlo, recorrían un largo camino bordeando el barranco y, las más arriesgadas, lo cruzaban por derecho siguiendo una senda difícil. Las mercancías eran transportadas por el cable en fardos o en bultos de poco peso unitario.

Los encargados del cable manifestaron que la carga máxima era de 300 kilos. La cabina y la caja del camión quedaban dentro del límite, y aunque su volumen los hacía poco manejables, eran factibles de transportar. El bastidor del chasis, probablemente, rebasaría el límite, pero se consideró que con unos 40 hombres podría pasarse al otro lado del barranco, ayudándose con aparejos o cabrestantes para aprovechar al máximo los descensos e izados verticales. La operación se simplificó bastante, ya que finalmente el chasis también pudo deslizarse por el cable.

Se establecería un destacamento de partida al pie del cable, encargado del almacenamiento y embarque de materiales. El camión Renault sería desmontado en el puerto palmero y transportado en otro camión hasta el borde del barranco.


Hecho por : Lennimar Carolina Soto Garcia.

Historia de los aeropuertos de La Palma



El 19 de febrero de 1921, el Ministerio de Fomento autoriza a Gumersindo Acosta Hernández a instalar un servicio de transporte aéreo para la compañía Marítimo Canaria, en la zona marítimo-terrestre de la playa de Tazacorte. Es la primera noticia que se tiene en La Palma acerca de un servicio aéreo. En la década de los cincuenta, las nuevas necesidades económicas, educativas y sanitarias hacen pensar en la construcción de un nuevo aeropuerto.
La especial orografía insular, con montañas que superan los 2300 metros, dificulta la disponibilidad de terrenos llanos cercanos a los núcleos de habitantes más importantes. Se selecciona para el aeropuerto una pequeña meseta situada a unos 350 metros sobre el nivel del mar y a unos ocho kilómetros de la capital, Santa Cruz de La Palma. Esta meseta permite acondicionar una franja de terreno de mil por cien metros. Este aeropuerto –que se denominará Buenavista– se lleva a cabo entre 1953 y 1954 y se abre al tráfico aéreo civil nacional, internacional de turismo y escalas técnicas del tráfico internacional el 22 de septiembre de 1955.
Los servicios aéreos son realizados con aviones Junkers 52 militares y con algún DC-3 de la compañía Iberia, que realiza el vuelo en días alternos a Santa Cruz de Tenerife. Las frecuentes lluvias en el nuevo aeropuerto hacen impracticable el uso de la pista de vuelo, lo que obliga al Ministerio del Aire a construir una pista asfaltada. En el verano de 1956, se cierra el aeropuerto para proceder a esta pavimentación, que no se concluye hasta los primeros meses de 1958. En estas fechas, el aeropuerto dispone de una pista de vuelo pavimentada, con marcación 03-21, una plataforma de estacionamiento para un solo avión y un barracón de madera y techo de uralita que hace las funciones de edificio terminal.
Nuevo emplazamiento
Durante los años siguientes, las lluvias o los vientos cruzados obligan a suspender las operaciones en más de un quince por ciento de las veces. Ni la mejora del drenaje ni la construcción de una calle de rodaje mejoran la situación, ya que la cercanía de las montañas provoca cambios en los vientos y el estancamiento de nieblas. Todas estas circunstancias y la imposibilidad física de mejorar el aeropuerto de Buenavista llevan a las autoridades aeronáuticas a buscar un nuevo emplazamiento.
Se seleccionaron unos terrenos paralelos a la costa, casi al nivel del mar, en el municipio de Mazo. Tras la redacción del proyecto se realizaron los trabajos que permitieron la construcción de una pista de vuelo –denominada 01-19– que se abrió al tráfico el 15 de abril de 1970. La puesta en servicio de esta franja y la creciente ampliación del tráfico aconsejaron la construcción de un muro de escollera que, previo relleno, permitiera crear una explanada suficiente para ampliar la pista de vuelo por el extremo de la existente. El 1 de abril de 1980, se abrió al tráfico la nueva pista de vuelo.
Fabiola González Durán

Terribles consecuencias de una "gota fría" en Valencia




Los meteorólogos lo expresaron con tanta sencillez que dio miedo: una gota fría se centró en el norte de África y en las proximidades del Estrecho, coincidiendo con una baja presión atmosférica en la superficie que aportó vientos de Levante en toda la Costa Mediterránea. Además, la temperatura del mar continuó bastante alta y acumuló toda su energía, que acabó estallando en unas precipitaciones nunca conocidas por el interior de la Provincia de Alicante y Valencia.
Las lluvias se cebaron sobre todo en la comarca del Valle de Ayora llegándose a recoger en Cortes de Pallás cerca de 1000 l/m2 en 15 horas.Tenía por entonces 9 años. Recuerdo que estuvo lloviendo muy fuerte toda la noche en Alicante. Al día siguiente se empezó a hablar de un accidente en Valencia, en las proximidades de la Central Nuclear de Cofrentes. Según decían los rumores, un autobús que desde Almansa se dirigía a la central había sido arrastrado por las aguas. Más tarde se dió la noticia de que habían muerto todos los ocupantes que iban en él. Las lluvias en ese pueblo habían llegado a los 426 l/m2 y el río Júcar y todas las ramblas se habían desbordado.Algunos cuerpos nunca fueron encontrados.
El día 20 ocurrió el diluvio. Ya por la mañana, los ríos de la cuenca del Júcar bajaban llenos de agua y comenzaban los problemas: algunos pueblos de la comarca de La Ribera en Valencia quedaban inundados y la gente huía hacia zonas elevadas cercanas. Se empezaban a producir rescates de personas que se habían quedado aisladas en las terrazas de sus casas y el primer gran drama, el autobús que transportaba a los trabajadores de la Central Nuclear de Cofrentes que había sido arrastrado al río era ya una nefasta realidad.La situación fue empeorando..., llovía con rabia en buena parte de la Comunidad Valenciana, descargando litros y litros no solo en las comarcas litorales, sino también en las zonas del interior.Hasta que a las 19:15 del 20 de Octubre de 1982 se producía el desastre: la presa del Pantano de Tous reventó. Por una serie de fallos e imprevisiones las compuertas del pantano no pudieron abrirse, por lo que fue llenándose hasta que ya no pudo más. La riada que llegaba al pantano de Tous era de 9000 m3/s y la capacidad de evacuación de las compuertas era de 7000 m3/s, aunque como ya he dicho, estas no llegaron ni a poder abrirse. En total antes de la rotura de la presa precipitaron sobre la cuenca de recepción del embalse unos 1000 Hm3 y después de la rotura cayeron otros 1500 Hm3 más.Unas cifras sin duda impresionantes.Hay que destacar que la ola de agua procedente de Tous afectó a zonas que ya estaban en gran parte inundadas como consecuencia de las propias lluvias. Todos los pueblos de la Ribera se iban quedando sin luz, sin agua, sin teléfono, sólo algunos radioaficionados conseguían transmitir y comunicarse con el exterior. La gente escapaba como podía hacia las montañas; en Alzira la población huyó hacia la Montanyeta del Salvador, que se llenó enseguida de coches.Al día siguiente, con la luz del día, la imagen era dantesca: todo inundado, pueblos arrasados, muchísima gente aislada en las terrazas de los edificios y un ir y venir continuo de helicópteros y barcas. La gota fría dejó un total de 12 víctimas mortales, aunque este dato varía de unas fuentes a otras... en todo caso, una tragedia.




Fabiola González Durán

Canarias con los alisios


Calima desde el Norte de Africa hacia el Atlántico llegando hasta las islas canarias.

Fabiola González Durán


Historia del puerto de La Palma



En en el transcurso de su historia, este puerto tuvo que soportar las repetidas intentonas de piratas para hacerse con el control de la isla, pero todos y de Portugal.Los nuevos pobladores se fueron asentando por todas las zonas de la isla, y efueron bravamente rechazados aun a costa de muchas vidas sacrificadas en la defensa de la ciudad, y ésta se fue poblando de familias españolas nobles, y ricos comerciantes venidos de Flandes, de Italia l puerto fue creciendo en prosperidad, y la isla, rica y fértil, creció en población y se convirtió en el punto estratégico de abastecimiento para los barcos que venían de Europa camino del Continente Americano.




La importancia de Santa Cruz de La Palma ha radicado siempre en el puerto y su comercio exterior, tanto con las otras islas, como con la Península y el resto del mundo. Durante los siglos XVI y XVII, el puerto de Santa Cruz de La Palma fue el tercero más importante del mundo, tras el de Sevilla y el de Amberes, gracias al comercio del azúcar y del vino, que procuró fuertes relaciones humanas y económicas de la isla con el exterior, provocando así la llegada de colonos procedentes de muchos puertos de Europa (Países Bajos, Inglaterra, Italia) atraidos por el floreciente comercio de la agricultura de exportación. Hacia 1564 se crea en La Palma el Juzgado Oficial de la Contratación de Indias de Canarias.
Ya desde la conquista existía una corta escollera que servía de muelle y que estuvo amenazado constantemente por las fuertes mareas.
Al igual que la mayoría de los puertos canarios sufrió varias reconstrucciones, debido a los fuertes embates del mar que se recrudecían por el poco abrigo que el lugar ofrecía a los cientos. Las reparaciones que se hicieron en el siglo XVIII fueron las de 1728, 1739 y años sucesivos, no culminando los trabajos de reconstrucción hasta 1735. En invierno este muelle estaba abierto a los fuertes vientos N.E. y N.O. que producían un fuerte oleaje, penetrando éste hasta el interior de la bahía y entorpecía gravemente la seguridad y el tráfico de los navíos anclados o de los botes auxiliares. Los temporales que azotaban el norte de la isla de Tenerife , cerraban el paso a los navíos que procedentes de Indias iban rumbo al puerto de Santa Cruz de Tenerife, principalmente en el siglo XVIII. Uno de los puntos que a menudo se citan a partir del cual se desviaban al puerto de Santa Cruz de La Palma, era la Punta de la Gaviota de Teno.(Manuel A.Fariña)
En 1861 cuando, por aprobación del Gobierno, se da licencia para la construcción del puerto proyectado con una longitud de 177,54 metros y con un presupuesto de 854,474 reales. Tras los lentos trabajos del puerto debido a que el mal tiempo del mar acaba por destruir lo fabricado, en 1864, el Ayuntamiento convoca una reunión con los contribuyentes para pedir la prolongación del muelle que propiciará "el rompimiento de las olas". A la espera de obtener resultados sobre la petición de los vecinos , las obras estuvieron paradas durante años, y en 1891 fue aprobado el proyecto presentado por el ingeniero Eugenio Suárez. Sin embargo, en 1897 seguía mal acondicionado.
"No tenemos un pequeño muelle donde pueda ejecutar las operaciones de embarque y desembarque ni una insignificante lancha; no tenemos útil ni una provincial escalinata por donde pueda desembarcar el estropeado pasajero" (Galante Gómez)
En los últimos años del siglo, se propone al Gobierno el proyecto del puerto que consta de muelle de atraque de 100 metros de longitud, antepuerto del dique de abrigo de 290 metros de longitud, presupuesto en 600.000 pesetas. (Celia Pérez Rodríguez)


En el presente, el Puerto de Santa Cruz de la Palma, es un moderno puerto al que llegan buques de todas las nacionalidades, y los ferrys que hacen las rutas de comunicaciones entre las islas, de forma que transportes de viajeros y mercancías de importación y exportación están aseguradas, siendo también escala obligada para los yates y barcos de lujo destinados a al turismo.

Fabiola González Durán

HoteL Florida. Blahnik regresa a La Palma

La denominada Hacienda de Bajamar, documentada desde el siglo XVI, se convirtió en 1934 en un hotel gracias a la iniciativa de su entonces propietario, Manuel Rodríguez Acosta. Disponía en aquellos años de 24 habitaciones dobles, todas con agua caliente y fría y algunas con baño incorporado. La dirección fue encomendada a un matrimonio alemán, José e Isabel Bauer, dos expertos en la gestión hotelera que ofrecían un servicio de alta calidad. Fue uno de los primeros negocios hoteleros de las Islas.RECLUSIÓN. El establecimiento marchaba viento en popa hasta 1936. La afluencia de turistas, sobre todo británicos, era masiva. En este entorno celebraban sus fiestas de cumpleaños y no faltaban ni un día al rito de la hora del té.Según el libro La Palma, una isla en el Atlántico, el hotel disponía de piscina y cancha de tenis. Para facilitar el transporte de los viajeros desde el muelle, los gerentes alcanzaron un acuerdo con los taxistas para fijar un precio especial del recorrido de 25 céntimos. En 1938 el hotel Florida cerró sus puertas. No corrían buenos tiempos y el dueño se veía agobiado por las pérdidas que ocasionó el abandono de la carretera de Bajamar. La construcción era además destrozada por los frecuentes ataques del mar y las presiones del nuevo régimen. La familia Rodríguez Acosta, de ideales republicanos, se vio obligada a recluirse en el hotel bajo la permanente vigilancia de militares y clérigos.Desde ese momento hubo algunos intentos de reflotar el establecimiento. Entre 1950 y 1954, un médico sueco especialista en reumatología estableció una clínica y cuando se inauguró el hotel Mayantigo, en la capital palmera, el propietario quiso ofrecer las instalaciones del hotel Florida como un anexo. Tampoco hubo resultados con esta iniciativa.En 1965 se produjo el último intento y en 1967 cerró sus puertas definitivamente. El edificio se mantiene en pie gracias a los esfuerzos de sus propietarios y en su interior hay un pequeño museo etnográfico. Ahora le toca el turno a Blahnik, quien tratará de que esta emblemática construcción recupere su esplendor.





Hecho por: Fabiola González Durán

Mont pelee

El Monte Pelee no es un volcán muy grande, de hecho es un ejemplo de lo que se conoce como "domo de lava".
Una erupción muy destructiva del Monte Pelee ocurrió en 1902. El pueblo de la costa de San Pierre, aproximadamente a 4 millas en descenso porla parte Sur, fue demolido, y aproximadamente 30 000 habitantes murieron instantaneamente a causa del flujo piroclástico que se precipitó montaña abajo. En la imagen se muestra este tipo de flujo de un volcán de Alaska.
La nube de cenizas calientes y de gases se precipitaron hacia el pueblo a una velocidad de 100 millas por hora o más. Debieron haber sido sólo 5 minutos, el tiempo que le tomó al flujo piroclástico descender desde la cima de la montaña hasta el pueblo.
Los sobrevivientes de esta erupción incluyen a un hombre que se hallaba en una celda sudterránea, así como marineros que estaban fuera de la costa y fueron testigos, a distancia, de la destrucción de la ciudad. Algunos de los comentarios de estos testigos visuales son:
"La montaña fue volada en pedazos, no hubo alerta."
"Fue como una refinería de gas gigante."
"Directo hacia nosotros venía una sólida pared de fuego. El sonido era de como el de mil cañones."
"La ola de fuego estaba sobre nosotros como la luz de una linterna. Fue como un huracán de fuego."
"La ciudad se desvaneció frente a nosotros."

Hecho por: Fabiola González Durán

Monte Santa Helena

Cuando en 1980 el Monte Santa Helena despertó a la vida, lo hizo con una de las erupciones más grandes jamás registradas en América del Norte. Cenizas, gases y lava hirviente devastaron las áreas cercanas y se cobraron numerosas vidas. Desde entonces los científicos han monitoreado de cerca la actividad del volcán, esperando que el desastre golpee otra vez. En septiembre de 2004 la montaña comenzó a retumbar nuevamente, lo que produjo erupciones que desparramaron cenizas por kilómetros a la redonda en las Montañas Cascades. A partir de entonces, la lava ha escapado de dentro del cráter, y se ha ido formando una cúpula que sigue creciendo. El volcán está en alerta de nivel 2, lo que significa que podrían producirse más erupciones.




Hecho por: Fabiola González Durán

Isla baja

Las islas bajas se definen como plataformas costeras locales de dimensiones variables y de origen volcánico. Su formación se relaciona con coladas lávicas que al adentrarse en el mar, hacen que exista una nueva línea de costa, quedando la anterior fuera de los procesos erosivos marítimos. Hay que diferenciar estas plataformas de origen volcánico de otras con similar morfología pero que son de origen sedimentario.




Hecho por: Fabiola González Durán

martes, 16 de junio de 2009

Las salinas palmeras

La isla de La Palma desde mediados del siglo XVIII, al igual que sucede en el resto del Archipiélago, se suma a la “fiebre salinera”. Son conocidas las solicitudes hechas por la aristocracia palmera para la construcción de salinas. En 1769 lo hace Jerónimo de Guisla y Nicolás Massieu Salgado en 1771; según el profesor Antonio Macias Hernández estas iniciativas no fructificaron hasta que no finiquitó el Antiguo Régimen, …pues en 1800, no consta que existan tales salinas1. No será hasta principios del siglo XIX cuando se hace realidad el primer ingenio salinero en nuestra Isla, dicho complejo se llevó a cabo en lo que hoy se conoce como las Salinas de Los Cancajos y, más recientemente, en la década de los sesenta del siglo XX, se construyó el último complejo salinero intensivo en Canarias en el municipio de Fuencaliente. Anteriormente a estas fechas no decimos que no hubiera salinas, estas por lo general, serían una serie de cocederos naturales o construidos, suficientes para el abastecimiento de la población palmera. Cuando esto no sucedía o la demanda se incrementaba, la sal se importaba procedente de las Islas orientales en especial de Lanzarote. Pero de esta Isla no sólo se importa sal, sino que a su vez se importa la tecnología y el modelo salinero, el ejemplo lo tenemos en las salinas de Los Cancajos y Fuencaliente.
Los tres centros salineros de los que existe referencia histórica se sitúan en la vertiente este de nuestra Isla. Ya en 1876 hay constancia de su producción: en la exposición celebrada en Santa Cruz de La Palma, entre otros productos de nuestros pueblos, Puntallana presenta sal. Dicha recolección se producía en la zona denominada Punta Salinas cercana a Puerto Trigo.

Pero es en Breña Baja donde contamos con los vestigios más antiguos de salinas en nuestra isla. En un mismo espacio confluyen diferentes tipologías de salinas, fruto de la evolución en la producción salinera.

No es casualidad a lo largo del tiempo, que algunos de los asentamientos salineros se hicieran en zonas tradicionales de explotación de estos recursos desde época prehispánica; es en este ámbito donde en algunos casos nos sorprenden enigmáticos vestigios prehispánicos.

Por último, en 1967 la familia Hernández Rodríguez se embarca en el proceso salinero en La Palma. Estas salinas deudoras de la técnica lanzaroteña, o de la evolución de la antigua hacia la de barro con forro de piedra, configuran un nuevo espacio de singular belleza.

Las salinas de los cancajos, la gran desconocida

Las salinas hoy conocidas como de Los Cancajos son fruto de las inquietudes ilustradas del Presbítero don Miguel González Toledo, (1755-1842) nacido en Santa Cruz de La Palma y avecindado en el municipio de Breña Baja; en su hacienda de las Salinas pasó retirado sus últimos días. Dicha finca se extendía en los terrenos que van desde la casa que poseía frente a la ermita de San Antonio hasta la costa.

Según el botánico noruego C. Smith, que visitó la isla de La Palma en 1815 junto a Leopold von Buch, estas salinas estaban ya funcionando en dicho año: ... por delante de la iglesia (de la Concepción, Buenavista). Vi al lado de la costa meridional salinas recientemente establecidas 2. Las salinas se asientan sobre un área de malpaís reciente que conforma un acantilado bajo constituido por brazos de coladas, roques y caletas. Aquí concurren los elementos necesarios para la producción salinera; vientos moderados, que permiten acelerar el proceso de secado de la sal y la energía necesaria para el bombeo de agua a través de molinos y la necesaria insolación que permita la precipitación.

Previamente sorribado el terreno, queda perfectamente delimitado el espacio donde se construye el ingenio salinero: un área principal, que comprende el molino secundario de bombeo, los cocederos y salinas como tal, junto a ellas se alza la vivienda y sus anexos. Dicho espacio queda cerrado por un muro de gran espesor en mampostería ordinaria cogida con argamasas de cal, que cierra perimetralmente el área.

El acceso principal al conjunto salinero y la vivienda se hace por el lado este, a través de una ennoblecida portada neoclásica en cantería. La vivienda de planta rectangular y cubierta de teja árabe a dos aguas, sigue el modelo constructivo de la casa alta o sobradada. La planta baja o lonja es el área destinada a servir de almacén o cuarto de aperos y herramientas utilizadas en las labores salineras, mientras que en la planta superior se encuentra la vivienda como tal. El acceso a esta segunda planta se hace a través de una escalera exterior de madera. En la parte posterior se sitúan las construcciones auxiliares de la vivienda, tales como la cocina, el aljibe, pileta, o el cuarto para encerrar el camello.

La segunda comprende el área más cercana al cantil costero. En este espacio nos encontramos con las salinas primitivas, el tomadero, molino principal, la noria y el salero o almacén de la sal de los que haremos referencia más adelante.

De los ritos propiciatorios a la extracción de sal

Sobre un plano inclinado en el borde mismo del cantil costero llama la atención un conjunto de al menos 50 cazoletas de diferentes tamaños, horadadas sobre el basalto. El Dr. F. J. Pais Pais ha sabido hacernos ver la posible relación con otros conjuntos prehispánicos documentados en nuestro Archipiélago. Al decir de este arqueólogo, tendrían en el mundo benahorita un carácter ritual propiciatorio para la caída de lluvia3. Esto nos lleva a plantear la hipótesis de la continuidad en la explotación de esta área costera desde época prehispánica hasta épocas recientes de nuestra historia. La pesca, marisqueo y recolección de la sal serían recursos apreciados por los antiguos benahoritas pobladores de esta zona. No extraña entonces la concurrencia de antiguas formas de explotación salinera. Lo que en el pasado pudieron ser simples cocederos naturales sobre roca, donde recoger la sal de forma natural, sin apenas intervención de la mano del hombre, con el tiempo se transformaron en espacios salineros con una producción más o menos intensiva.

Aquí coexisten, en el mismo área, restos de diferentes tipos de salinas que se diferencian bien, sea por la forma de captación del agua del mar, bien por los materiales empleados en la construcción de los tajos. Así como por las diferentes variantes en la extracción de la sal, que van desde el simple charco o cocedero natural, a la producción intensiva, caso de las salinas antiguas de mortero de cal o a las llamadas sobre roca o de rebosadero. Queremos resaltar por todo ello, la importancia de esta área para el estudio de los diferentes tipos de salinas que concurren en un mismo espacio.

Salina primitiva

La salina primitiva está a mitad de camino entre la salina primitiva sobre roca y la excavada sobre roca. Estaríamos entonces sobre la primitiva área de extracción de sal. Junto a esta se encuentra además la salina de rebosadero. Estos modelos de salinas se han considerado como los más antiguos en la producción intensiva de sal, constituyendo un endemismo etnográfico, por su tecnología, modelo de asentarse y forma de explotación4. La característica, al margen de los materiales empleados, fueran estos cal o barro, en la construcción de los diferentes tajos o cristalizadores que las define, es su irregularidad, siempre adaptadas al terreno donde se asienta, buscando en todo momento las zonas mas o menos planas del bajío. De ahí que las formas de los tajos o cristalizadores vengan dados por la morfología del terreno donde se construyen, circulares, trapezoidales, etc., lo que facilitaría una producción salinera intensiva. Pero sin duda, lo que más llama la atención es la singular forma de captación, fuera esta por reboso o a través de un bufadero, donde el agua del mar al introducirse en el tubo sale expelida por el extremo superior, recogida a través de canales excavados parcialmente, aprovechando las hendiduras de la roca basáltica, se conduce hasta los antiguos tajos o maretas.

Sal y cal, una arquitectura singular

La salina antigua de mortero de cal se puede considerar como una de las obras constructivas de ingeniería más refinada de cuantas salinas conocemos hoy en la península y en el Archipiélago canario. Este aserto queda reflejado tanto en su trazado como en la técnica constructiva, trabajo de cantería así como en los diferentes ingenios de captación y elevación del agua, enlazando con la tradición romana y singularizándose con respecto a otros modelos de explotación salinera intensiva. En cuanto a los elementos que la individualiza destacan:

- Captación: Al estar los cocederos y los tajos a una altura mayor sobre el nivel de mar, el llenado de los cocederos se realiza por medio de dos molinos de bombeo movidos por el viento y apoyados por una noria de sangre por si la fuerza eólica falla. La captación se hace en sendas caletas a modo de tomadero, en la que la roca basáltica es cincelada en parte, a modo de canalización con el fin de abastecer al molino principal. Estas fábricas hidráulicas se construyen en mampostería basáltica y con un gran desarrollo en altura y una cierta complejidad técnica. Los molinos salineros participan de la tipología que se ha dado en llamar base en cubo. Son construcciones que denotan una gran solidez al tener que soportar la estructura de la torre y su maquinaria; cuatro patas o columnas de tea de forma troncocónica, sobre la que asentar el soporte de las aspas y los elementos que las permiten girar, coronan la fábrica a modo de estandarte salinero.

La noria por su parte es movida por la fuerza de un camello, lo que permitía elevar el agua desde una altura considerable. Dicha noria se asienta sobre lo que los lugareños conocen como La caleta de la rueda, haciendo referencia a la rueda de grandes dimensiones que facilitaba el alumbramiento del agua hacia los cocederos, a través de los cangilones.

- Salinas: Este tipo de salinas tiene su reflejo y evolución constructiva en las antiguas salinas de barro, sustituyendo el barro por cal, deudora en parte de la técnica lanzaroteña. En ellas llama nuestra atención, la riqueza constructiva de las diferentes secciones, los materiales empleados, medidas, tipologías, etc.; donde la cal se constituye en elemento esencial que define y singulariza estas salinas. La cal hidráulica es utilizada en el enlucido y solados, lo que permite impermeabilizar paredes y fondos de los tajos, cocederos, canalizaciones, etc. Por su parte, la piedra juega un papel fundamental, en que destaca la labra y maestría del cantero, pudiendo sacar de un solo bloque piezas en forma de “U” utilizadas en la canalización, en forma de “L” para conformar la escuadra de algunos de los tajos, lo que denota la pericia técnica de dichos maestros canteros.

En los tajos, la cristalización o precipitación obra de manera singularizada en función de variantes tales como altura, tamaño, orientación, insolación; esta variedad permite rendimientos y calidades diferentes de las sales que allí se recojan.

- Salero o almacén de sal: A modo de atalaya se levanta el lugar donde recoger la zafra. Una vez que se extrae la sal de los diferentes tajos o cristalizadores ésta pasa un tiempo aireándose y escurriendo en el bache y posteriormente se amontona en este edificio. De planta cuadrada sin cubierta, de trazas similares a la de Punta Mujeres en Lanzarote, se construye en mampostería ordinaria cogida con argamasa de cal. Donde las paredes se ven reforzadas por contrafuertes, con la finalidad de evitar que estas se abran por el empuje y presión que ejerce la sal almacenada en su interior.

Estamos ante un singular espacio salinero, donde concurren arcaicos sistemas de recolección con avanzadas técnicas intensivas en la producción de sal, que nos permite hacer un rastreo de las diferentes tipos de salinas en nuestra Isla y que se actualizan en las de Fuencaliente.

Las salinas de fuencaliente, no sólo sal

Estas salinas se asientan sobre uno de los parajes más bellos de nuestra Isla. Un manto de piroclastos y el discurrir de las coladas nos recuerdan las recientes erupciones. Sobre estos terrenos se construye el último complejo salinero de Canarias. Si la distorsión de la fábrica es mínima, el contraste es extremo, el cegador blancor de la sal dispuesta en los balaches, las rosáceas charcas y tajos, la gama de verdes a modo de pequeñas pinceladas, todo ello se plasma a modo de un gran lienzo de fondo negro, fruto de la caprichosa naturaleza. El cantil costero nos marca el límite y conjunción de los diferentes elementos naturales para que obre la transformación.

Las salinas fuencalenteras suponen el esfuerzo para la pervivencia y la constancia de mantener un legado. Esta labor, la de producir sal de forma tradicional, no exento de cierto romanticismo, se da en la familia Hernández Villalba. Una empresa que se inicia allá en la década de los sesenta por parte del padre del actual propietario.

Después de sopesar diferentes emplazamientos más idóneos para la producción salinera, se decide su construcción en el paraje conocido como Punta de Fuencaliente, cercano al faro, en dicho lugar confluyen todos y cada uno de los elementos necesarios en la producción salinera, un régimen de vientos moderados, una pluviometría escasa, un número de horas de insolación suficiente.

En cuanto a las características técnicas de construcción y producción sigue para ello el modelo lanzaroteño, máxime cuando su promotor procedía de dicha Isla. Llegado a este punto, es importante reseñar el flujo comercial entre la isla de La Palma y la de Lanzarote, aún no lo suficientemente estudiado. De nuestra Isla se exportaba principalmente madera, mientras que de Lanzarote se importaba, sal, cal, legumbres, pescado “salpreso” y vivo en los llamados barcos viveros, e incluso hasta algún que otro dromedario. No es por ello extraño que el tipo de salina que se implante, aunque con variantes, en nuestra isla sea el lanzaroteño.

Para el caso que nos ocupa, se trataría de una salina intensiva “nueva” de barro con forro de piedra. A diferencia de las situadas en Los Cancajos, el barro es el elemento esencial en su construcción, tanto en el trazado de los diferentes elementos que la componen, cocederos, tajos, etc., como en los fondos. El barro por tanto, es de vital importancia en este tipo de salinas, ya que no sólo sirve como elemento de unión, sino también como aislante e impermeabilizante. A decir de don Manuel, ofrecería una mejor respuesta aventajando al empleo de la cal.

Estas salinas mantienen las características clásicas de que se componen los ingenios salineros: tomadero, cocedero o charcas, tajos, salero, y vivienda.

En cuanto al tomadero o área de captación del agua, esta se hace desde el mismo borde del cantil costero, que a su vez es elevada a los cocederos por medio de propulsión mecánica.

Los cocederos se construyen a diferente nivel, esto facilita el trasiego de unos a otros y a su vez el riego de los tajos por gravedad. Estos cocederos se adaptan al terreno donde se construyen, de dimensiones variables y funcionalidad diferenciada.

En cuanto a los tajos o salinas propiamente dichas, es el lugar donde se produce la saturación del agua hasta convertirse en sal. La modernidad de este tipo de salina viene definida, por la división que se hace del espacio, es el llamado “tajo compuesto”, y la disposición que se hace de los escuadres de los tajos; en estas salinas se opta por el más moderno en serpentín donde las pareditas en “T” se van apoyando alternativamente en el talud contrario5.

En la actualidad su propietario, en su afán de mejora y encontrar alternativas que permitan seguir con esta labor ancestral, está ensayando la posibilidad de diversificar el producto, como es el caso de la elaboración de la denominada sal de espuma o flor de sal, siendo esta la sal de mayor calidad y apreciada, por ser la recogida en superficie a modo de escamas.

Estas salinas poseen además un alto valor etnográfico y paisajístico. Lugar privilegiado para muchas aves, en especial limícolas, desde el pequeño chorlitejo patinegro hasta el majestuoso flamenco, así hasta más de quince especies, que encuentran en este espacio alimentación, descanso y zona de nidificación; en dicho entorno encontramos ejemplos de vegetación asociada a la franja costera, tales como la lechuga de mar (Astydamia latifolia), el salado blanco (Schizogyne sericea), la vinagrera (Rumex lunaria), la siempreviva de la mar (Limonium pectinatum), el tomillo marino (Frankenia ericifolia) y un poco más arriba, en los afloramientos antiguos de los roques de Teneguía, especies como el cabezón (Cheirolophus junonianus) y la cerraja (Sonchus hierrensis).

HECHO POR: Antonio José López Amaya

Erupciones historicas de La Palma






Montaña Quemada (1470-1492)
Se considera la última erupción prehistórica de nuestra isla, ya que tiene más de 500 años de antigüedad. Durante años se pensó que las crónicas de Torriani correspondían a esta erupción, pero la teoría ha sido refutada por dataciones posteriores. Sus coladas forman una llamativa media luna, que se distingue mejor desde la cumbre del pico Birigoyo o desde la pista forestal que recorre el borde de la Cumbre Nueva. Su cono, en el borde de la carretera de acceso al Refugio del Pilar, ha sido colonizado por la vegetación autóctona.








Tajuya – Jedey (1585)

Conocemos su nacimiento por Leonardo Torriani, un ingeniero italiano al servicio de Felipe II que estaba destinado en la isla para mejorar sus fortificaciones. La erupción comenzó el 19 de mayo y terminó el 10 de agosto. El también conocido como Tihuya fue uno de los más dañinos para la agricultura, ya que nació sobre una zona de cultivos. Para la posteridad dejó los espectaculares Roques de Jedey, conocidos popularmente con el nombre de “Los Campanarios”.





San Martín (1646)

El 31 de septiembre se detectó la presencia de humo en lo alto de la Cumbre Vieja. En los sucesivos días expulsó enormes cantidades de cenizas, piedras y cuatro ríos de lava, que vertieron por el lado este de la isla. Al mismo tiempo, en la misma orilla del mar de Fuencaliente se abrieron dos nuevas bocas que ganaron terreno al océano. La actividad cesó el 18 de diciembre, tan repentinamente como había empezado.






San Antonio (1677)

Su boca más conocida es el cráter que hoy se encuentra en las proximidades del Centro de Visitantes, junto el núcleo fuencalentero de Los Canarios. Pero una de las secundarias sepultó la conocida como Fuente Santa, cuyas propiedades curativas eran bien conocidas en los alrededores (a finales de 2005 avanzaban los trabajos para recuperarla). La erupción se inició un 17 de enero (día de San Antonio Abad, que hoy en día es fiesta en el municipio) y duró hasta el 21 de enero del año siguiente.




El Charco (1712)

Cubrió la costa suroccidental de la isla y llegó hasta el mar, sobre una de las mayores propiedades agrícolas de la isla (de la que toma el nombre). La mayor parte de sus coladas forman hoy parte del Paisaje Protegido de Tamanca, aunque buena parte del terreno sepultado fue vuelto a recuperar para su uso como zona de cultivos. Se calcula que llegó a tener unas 14 bocas.






San Juan (1949)

La noche del 24 de junio apareció el primer cráter sobre la dorsal de Cumbre Vieja, que fue bautizado como el del Duraznero. Unas dos semanas después, en el lugar conocido como Llano del Banco, se abrió una grieta a ras de superficie, de la que salieron dos ríos de lava que alcanzaron la costa occidental. Muchos atribuyeron a un milagro el hecho que las lenguas de fuego evitaran la vecina ermita de San Nicolás, ante la que se bifurcaron como por intervención divina. El 13 de julio, surge la boca de Hoyo Negro, que provocó una lluvia de azufre y cenizas sobre Los Llanos de Aridane.





Teneguía (1971)

El último volcán en surgir sobre suelo español despertó el 26 de octubre. Parte de los materiales expulsados fueron ganados al mar, en un grandioso espectáculo pirotécnico que no tardó en atraer a la isla a miles de visitantes. Se da la circunstancia de que es el único volcán canario con víctimas, ya que una persona falleció por la inhalación de gases tóxicos al acercarse demasiado con la intención de tomar imágenes de la erupción. En general fue sin embargo un fenómeno positivo, ya que las tierras ganadas al mar se convirtieron en una oportuna plataforma sobre la que extender los cultivos de plataneras. Sobre sus lavas se declaró en 1897 un espacio natural protegido, con categoría de Monumento Natural.




Hecho por: Lennimar Carolina Soto García.