domingo, 21 de junio de 2009

El volcan de San Juan (1949)




La noche del 24 de junio apareció el primer cráter sobre la dorsal de Cumbre Vieja, que fue bautizado como el del Duraznero. Unas dos semanas después, en el lugar conocido como Llano del Banco, se abrió una grieta a ras de superficie, de la que salieron dos ríos de lava que alcanzaron la costa occidental. Muchos atribuyeron a un milagro el hecho que las lenguas de fuego evitaran la vecina ermita de San Nicolás, ante la que se bifurcaron como por intervención divina. El 13 de julio, surge la boca de Hoyo Negro, que provocó una lluvia de azufre y cenizas sobre Los Llanos de Aridane.


Hecho por: Lennimar Carolina Soto García.

sábado, 20 de junio de 2009

Erupciones en La Palma

Teneguía (1971)
El último volcán en surgir sobre suelo español despertó el 26 de octubre. Parte de los materiales expulsados fueron ganados al mar, en un grandioso espectáculo pirotécnico que no tardó en atraer a la isla a miles de visitantes. Se da la circunstancia de que es el único volcán canario con víctimas, ya que una persona falleció por la inhalación de gases tóxicos al acercarse demasiado con la intención de tomar imágenes de la erupción. En general fue sin embargo un fenómeno positivo, ya que las tierras ganadas al mar se convirtieron en una oportuna plataforma sobre la que extender los cultivos de plataneras. Sobre sus lavas se declaró en 1897 un espacio natural protegido, con categoría de Monumento Natural.

San Juan (1949)
La noche del 24 de junio apareció el primer cráter sobre la dorsal de Cumbre Vieja, que fue bautizado como el del Duraznero. Unas dos semanas después, en el lugar conocido como Llano del Banco, se abrió una grieta a ras de superficie, de la que salieron dos ríos de lava que alcanzaron la costa occidental. Muchos atribuyeron a un milagro el hecho que las lenguas de fuego evitaran la vecina ermita de San Nicolás, ante la que se bifurcaron como por intervención divina. El 13 de julio, surge la boca de Hoyo Negro, que provocó una lluvia de azufre y cenizas sobre Los Llanos de Aridane.

El Charco (1712)
Cubrió la costa suroccidental de la isla y llegó hasta el mar, sobre una de las mayores propiedades agrícolas de la isla (de la que toma el nombre). La mayor parte de sus coladas forman hoy parte del Paisaje Protegido de Tamanca, aunque buena parte del terreno sepultado fue vuelto a recuperar para su uso como zona de cultivos. Se calcula que llegó a tener unas 14 bocas.

San Antonio (1677)
Su boca más conocida es el cráter que hoy se encuentra en las proximidades del Centro de Visitantes, junto el núcleo fuencalentero de Los Canarios. Pero una de las secundarias sepultó la conocida como Fuente Santa, cuyas propiedades curativas eran bien conocidas en los alrededores (a finales de 2005 avanzaban los trabajos para recuperarla). La erupción se inició un 17 de enero (día de San Antonio Abad, que hoy en día es fiesta en el municipio) y duró hasta el 21 de enero del año siguiente.



Martín (1646)

El 31 de septiembre se detectó la presencia de humo en lo alto de la Cumbre Vieja. En los sucesivos días expulsó enormes cantidades de cenizas, piedras y cuatro ríos de lava, que vertieron por el lado este de la isla. Al mismo tiempo, en la misma orilla del mar de Fuencaliente se abrieron dos nuevas bocas que ganaron terreno al océano. La actividad cesó el 18 de diciembre, tan repentinamente como había empezado.

Tajuya – Jedey (1585)
Conocemos su nacimiento por Leonardo Torriani, un ingeniero italiano al servicio de Felipe II que estaba destinado en la isla para mejorar sus fortificaciones. La erupción comenzó el 19 de mayo y terminó el 10 de agosto. El también conocido como Tihuya fue uno de los más dañinos para la agricultura, ya que nació sobre una zona de cultivos. Para la posteridad dejó los espectaculares Roques de Jedey, conocidos popularmente con el nombre de “Los Campanarios”.

Montaña Quemada (1470-1492)
Se considera la última erupción prehistórica de nuestra isla, ya que tiene más de 500 años de antigüedad. Durante años se pensó que las crónicas de Torriani correspondían a esta erupción, pero la teoría ha sido refutada por dataciones posteriores. Sus coladas forman una llamativa media luna, que se distingue mejor desde la cumbre del pico Birigoyo o desde la pista forestal que recorre el borde de la Cumbre Nueva. Su cono, en el borde de la carretera de acceso al Refugio del Pilar, ha sido colonizado por la vegetación autóctona.


HECHO POR : Antonio José López Amaya


jueves, 18 de junio de 2009

Fotos antiguas del barranco de Gallegos



Algunos de los que colaboraron haciendo la carretera.




Gente trabajando en el barranco.





Traslado de material para hacer la carretera.



Hecho por: Lennimar Carolina Soto García.

Fotos del puerto de GallegoS









Hecho por: Lennimar Carolina Soto García.

Un puerto en el morro de Talavera



En julio de 1929 el ingeniero militar Gutiérrez de Soto presentó un proyecto para construir un enclave portuario

El municipio de Barlovento, que ocupa una extensión de 43,5 kilómetros cuadrados, tiene un tramo corto de cumbre -entre Tamagantera y el Pico de la Cruz, de 2.351 metros de altitud- y una amplia vertiente marítima con una doble fachada, una que se encuentra orientada al Este, baja y rocosa y otra al Norte, formada por altísimos escarpados cortados por profundos barrancos que descienden desde las cumbres, siendo el saliente más importante de la costa el promontorio de Punta Cumplida, localizado en la posición 28º 50’ 3" N y 17º 46’ 6" W, al que ya nos hemos referido en otra oportunidad con motivo de un trabajo sobre el faro existente en aquel lugar.

La construcción del faro, que tiene una torre cónica gris oscura, fue la obra más importante que se hizo en el municipio en la segunda mitad del siglo XIX, y continuó siéndolo durante muchos años después, hasta que a mediados de la década de los setenta del siglo XX comenzó la construcción del embalse de La Laguna de Barlovento, que se prolongó durante bastante tiempo y está considerada una de las obras hidráulicas más importantes de La Palma.

Entre 1845 y 1850, años en los que Pascual Madoz realizó su célebre "Diccionario", escribe que Barlovento está situado "al pie de las escarpadas cimas de la cumbre, inmediato a la playa del mar con buena ventilación, cielo alegre, despejada atmósfera y clima saludable (…) el terreno es áspero, barrancoso y lleno de cortaduras y desigualdades hasta la misma playa, pero en medio no faltan valles y cañadas de muy buenas tierras de cultivo, que regadas con diferentes manantiales de agua, son muy propias para diversos géneros de simientes y plantíos, especialmente bananos, naranjos cidroneros y todos cuantos frutos son propios de los trópicos".

A mediados del siglo XIX, las plantaciones de tuneras para la cría de la cochinilla, cuyo tinte demandaba la industria textil europea, aliviaron en parte la miseria de los campesinos y frenaron la corriente emigratoria hacia Cuba. El ciclo se mantuvo hasta la década de los años setenta de aquella centuria, cuando todo acabó con el descubrimiento de las anilinas artificiales.

A continuación comenzó el ciclo de las plantaciones de tabaco, que ofrecía empleo suficiente a las familias y asalariados de pequeños propietarios, con una producción para una industria que se presagiaba floreciente, pero que también se fue al traste cuando comenzó la competencia de las plantaciones peninsulares.

La emigración a Cuba tuvo, entre otras consecuencias, el envío de remesas que garantizaban la subsistencia de las familias que habían quedado en la tierra natal y, al mismo tiempo, contribuyó a que se produjera un cambio en la estructura de la propiedad de la tierra, de modo que posibilitó la transacción de una propiedad con múltiples explotaciones minifundistas en régimen de condominio a otra en la que el campesino adquirió la titularidad de la tierra. Los terratenientes, afectados de lleno por la crisis de la cochinilla, aceptaron vender una parte de sus propiedades a los indianos que habían hecho fortuna en el otro lado del Atlántico.

Este dinero era necesario, además, para financiar la construcción de las obras de regadío para la implantación de los cultivos de la caña de azúcar, primero y del plátano, después, en las explotaciones agrarias cuyo dominio absoluto aún mantenían.

En la década de los años veinte del siglo XX, el retorno masivo de emigrantes acabó por configurar el espacio minifundista en el municipio de Barlovento, pues las remesas se invirtieron en la adquisición de pequeñas parcelas, de unos pocos celemines por familia, para las plantaciones de plátanos y de otras infraestructuras aparejadas a las necesidades del cultivo: estanques, canalizaciones de agua y la apertura de galerías.

La expansión agraria redujo la migración al dar empleo a las unidades familiares de pequeños propietarios y jornaleros, que obtenían unos ingresos complementarios de la explotación forestal y también de los cultivos de cereales en las parcelas de patrimonio comunal. Frente a lo ocurrido en otros municipios insulares, cuyos bienes comunales conocieron un continuo proceso de privatización y acabaron siendo enajenados previa conversión en bienes de propios, atendiendo las propuestas de la desamortización de 1855, el vecindario de Barlovento se negó a perder ese patrimonio. "Una negativa -explican A. Macías y G. Cáceres- que carece aún de una adecuada explicación, aunque cabe pensar que la minoría rural que controlaba los cargos municipales no tuvo fuerza suficiente para imponer la privatización del comunal, frente a los intereses de la colectividad, o bien no tuvo capital para competir en la subasta de tales bienes con la terratenencia insular".

Charles Edwardes
En 1888, Charles Edwardes, uno de los viajeros ingleses que llegaron a La Palma, cuando iba a lomos de caballería camino de Barlovento, escribe que "media hora después de que hubiera salido el sol, nos internamos en el primero de los doce barrancos que iban a caracterizar el día, el barranco de la Herradura, un profundo abismo que comenzaba prácticamente a la puerta de la casa de nuestro amigo. Al alcanzar el otro lado, trotamos alegremente en medio de varios acres de ricos campos de cereales, adornados con amapolas rojas y amarillas, y de altramuces. Entonces ascendimos hasta una llanura de tierra roja, igualmente fértil, y pasamos la villa de Barlovento, salpicada de excéntricos molinos de viento, y famosa en La Palma por el faro que guarda el extremo noroeste de la isla".

"Continuamos subiendo hasta encontrarnos rodeados de brezos y cerca de los pinos de las montañas a nuestra izquierda, que a estas horas se hallaba barrida por las nubes. Una vez que la geografía norteña de la isla se desplegó por debajo nuestro en forma de amplias pendientes hasta el rocoso litoral batido por las olas, entonces pudimos hacernos una idea de los obstáculos que nos aguardaban. ¡Un barranco tras otro hasta la costa! Desde el borde de estas soberbias hondonadas contemplamos las escarpadas pendientes de ochocientos y mil pies de profundidad, mientras nos preguntábamos cómo las íbamos a superar".

A pesar de este panorama de atraso agrario, a Barlovento también llegaron los vientos de la modernidad social y política del primer tercio del siglo XX, introducidos por los indianos y por los proletarios que trabajaban en las haciendas plataneras de Oropesa y sus aledaños, a pesar de que entonces Barlovento era todavía un lugar alejado, con caminos de herradura en pésimo estado, de modo que las comunicaciones de importancia se realizaban por el embarcadero de Talavera, a bordo de veleros y falúas que enlazaban con la capital insular, Santa Cruz de La Palma.

Desde hacía tiempo, en Barlovento se abrigaba la ilusión de que pudiera construirse un modesto puerto junto al morro de Talavera, que sirviera para la comunicación de personas y, al mismo tiempo, para la exportación de la producción frutera de la comarca y la importación de productos de necesidad, habida cuenta de la lentitud y las dificultades con que tropezaba la construcción de la carretera comarcal, que habría de demorarse todavía unos años más.

El 28 de julio de 1929, el ingeniero militar Fermín Gutiérrez de Soto presentó un estudio relativo al puerto de Talavera, en el que primero hace constar las características del territorio insular, destacando "la gran desproporción que existe entre la elevación de sus alturas y su extensión, unido a las enormes cortaduras, denominadas barrancos que, desde la divisoria, marchan a la costa", un hecho que dificultaba las comunicaciones terrestres entre los pueblos de la isla y de modo especial entre los situados en la zona Norte, y esa consideración "justifica el anhelo, cada vez más creciente, de los habitantes de todos los pueblos enclavados en esa comarca, y muy singularmente los de Barlovento, de buscar por vía marítima, lo que la Naturaleza, tan pródiga en otros países, les negó, casi en absoluto, por tierra y lograr por ese medio libre salida de los frutos de su trabajo, esencialmente agrícola, y entrada de los productos de otros pueblos, así nacionales como extranjeros, y contribuir al bienestar y progreso de sus hijos, en todos los órdenes de la actividad humana, concluyendo de una vez con el vergonzoso aislamiento en que han vivido durante tantos años".

El citado ingeniero levantó un plano del puerto de Talavera y su territorio próximo, así como el detalle de la situación general de la costa, trabajos que se efectuaron de "trámite obligatorio" en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 10 del capítulo III del Reglamento para Ejecución de la Ley de Puertos de 7 de mayo de 1880 "y con objeto de proponer a la superioridad, en su día, el proyecto de obras necesarias para su mejoramiento".

Gutiérrez de Soto añadía que la elección de Talavera "para el fin que se indica, no ha sido caprichosa ni ha sido motivada por el deseo de obtener determinadas ventajas para Barlovento, núcleo de población más próximo al mismo; sino que, al designarlo, se han tenido en cuenta circunstancias de conveniencia, condiciones naturales y situación que concurren en él y que han hecho sea objeto de atención preferente".

Para fundamentar su argumento, señalaba que "estudiado el perímetro de toda la costa Norte de la isla, desde Punta gorda a Punta llana, no existe ningún abrigo que pueda cumplir como tal, sino la pequeña rada de Talavera; siendo la única en la que, con la construcción de pequeñas obras, de muy poco coste, podía ser habilitada convenientemente".

"Dicha rada está formada por la parte de costa comprendida entre el fin del barranco de La Cabrita y un saliente de 200 metros, que avanza en el mar en dirección NE y está constituido por un mogón o peñón de una altura media de 20 metros y una extensión superficial en su parte superior de 7 metros y un perímetro en su base de 25 metros aproximadamente".

"La orientación de este peñón, con respecto a la línea general de la costa, demuestra a la simple observación, que con algunas obras de escasa importancia, las embarcaciones que fondeasen en la rada quedarían resguardadas de los vientos del E que son los reinantes en esta parte de la isla".

"El mencionado peñón está unido a la costa por una verdadera escollera natural de grandes rocas, sobre la que está construido un camino de unos 2 metros de su contorno, va al pequeño embarcadero, existente en la actualidad. La escollera tiene una longitud de 45 metros".

"Como se observa en el plano, al efectuar el levantamiento se practicaron diversos sondeos para determinar la profundidad de la rada en marea baja. Los perfiles de los mismos acusan una cota negativa de tres metros en la parte más aproximada a la costa y asciende rápidamente a cifras superiores a los 10 metros en la parte más avanzada del morro, lo que demuestra pueden fondear en la misma toda clase de embarcaciones menores y en general la carga que presta este servicio en el Archipiélago".

Con el puerto de Talavera enlazaban entonces tres caminos vecinales. En el citado informe se indica que "uno es el que va a Barlovento y se prolonga hasta los pequeños pueblos de Gallegos y Franceses hasta Garafía; otro es el que llega hasta el faro de Punta Cumplida y un tercero que atravesando el barranco de la Herradura llega a San Andrés y Sauces" y agrega que "además hay que citar el proyecto de camino vecinal desde Talavera a Barlovento, proyectado ya por el Estado y para el que hay concedido un crédito inicial de pesetas 15.144".

Durante la Segunda República, la extensión de la red de carreteras recibió un notable impulso en La Palma y el Cabildo Insular asumió la iniciativa de construcción de los caminos vecinales. También se mostró interés por la posibilidad de potenciar el lugar como punto de apoyo para la comunicación marítima de la zona. El 13 de junio de 1932, el ingeniero José Espejo presentó el proyecto de un transbordador aéreo en la pequeña rada de Talavera, para facilitar el embarque de la fruta y el transporte de mercancías, que no pasó del papel.

Pese a las buenas disposiciones, lo cierto fue que presiones de tipo político hicieron inviable el proyecto del puerto de Talavera -por miedo a que pudiera restar importancia a Puerto Spíndola-, y aunque en años posteriores los responsables municipales de Barlovento intentaron en varias ocasiones su posible reactivación, el esfuerzo resultó vano. El nuevo régimen tampoco mostró especial interés.




Hecho por: Lennimar Carolina Soto García.

miércoles, 17 de junio de 2009

El difícil paso del barranco de Gallegos.













La Comisión Hidrográfica del "Tofiño" terminó en 1959 el levantamiento de la costa norte de La Palma


Las líneas de acción para el transporte del camión eran tres: el camino de herradura desde el barranco de Garome hasta Santo Domingo de Garafía; el desembarco, mediante barqueo, en el proís de Santo Domingo y el cruce del barranco de Gallegos.

La primera posibilidad, aunque mal camino, era el menos malo de los tres, pero presentaba el inconveniente de la distancia. El barqueo estaba condicionado al estado del tiempo, que permitía efectuarlo pocos días al año; además, el acceso desde el proís consistía en poco menos que una escala tallada en el acantilado.

Desde el principio se desecharon estas dos vías y se dedicó la atención al paso del barranco de Gallegos, que tenía instalado un cable de unos 600 metros de longitud, mediante el cual se efectuaba el abastecimiento y la salida de productos de Santo Domingo, Don Pedro, Franceses y Gallegos. Las personas, para cruzarlo, recorrían un largo camino bordeando el barranco y, las más arriesgadas, lo cruzaban por derecho siguiendo una senda difícil. Las mercancías eran transportadas por el cable en fardos o en bultos de poco peso unitario.

Los encargados del cable manifestaron que la carga máxima era de 300 kilos. La cabina y la caja del camión quedaban dentro del límite, y aunque su volumen los hacía poco manejables, eran factibles de transportar. El bastidor del chasis, probablemente, rebasaría el límite, pero se consideró que con unos 40 hombres podría pasarse al otro lado del barranco, ayudándose con aparejos o cabrestantes para aprovechar al máximo los descensos e izados verticales. La operación se simplificó bastante, ya que finalmente el chasis también pudo deslizarse por el cable.

Se establecería un destacamento de partida al pie del cable, encargado del almacenamiento y embarque de materiales. El camión Renault sería desmontado en el puerto palmero y transportado en otro camión hasta el borde del barranco.


Hecho por : Lennimar Carolina Soto Garcia.

Historia de los aeropuertos de La Palma



El 19 de febrero de 1921, el Ministerio de Fomento autoriza a Gumersindo Acosta Hernández a instalar un servicio de transporte aéreo para la compañía Marítimo Canaria, en la zona marítimo-terrestre de la playa de Tazacorte. Es la primera noticia que se tiene en La Palma acerca de un servicio aéreo. En la década de los cincuenta, las nuevas necesidades económicas, educativas y sanitarias hacen pensar en la construcción de un nuevo aeropuerto.
La especial orografía insular, con montañas que superan los 2300 metros, dificulta la disponibilidad de terrenos llanos cercanos a los núcleos de habitantes más importantes. Se selecciona para el aeropuerto una pequeña meseta situada a unos 350 metros sobre el nivel del mar y a unos ocho kilómetros de la capital, Santa Cruz de La Palma. Esta meseta permite acondicionar una franja de terreno de mil por cien metros. Este aeropuerto –que se denominará Buenavista– se lleva a cabo entre 1953 y 1954 y se abre al tráfico aéreo civil nacional, internacional de turismo y escalas técnicas del tráfico internacional el 22 de septiembre de 1955.
Los servicios aéreos son realizados con aviones Junkers 52 militares y con algún DC-3 de la compañía Iberia, que realiza el vuelo en días alternos a Santa Cruz de Tenerife. Las frecuentes lluvias en el nuevo aeropuerto hacen impracticable el uso de la pista de vuelo, lo que obliga al Ministerio del Aire a construir una pista asfaltada. En el verano de 1956, se cierra el aeropuerto para proceder a esta pavimentación, que no se concluye hasta los primeros meses de 1958. En estas fechas, el aeropuerto dispone de una pista de vuelo pavimentada, con marcación 03-21, una plataforma de estacionamiento para un solo avión y un barracón de madera y techo de uralita que hace las funciones de edificio terminal.
Nuevo emplazamiento
Durante los años siguientes, las lluvias o los vientos cruzados obligan a suspender las operaciones en más de un quince por ciento de las veces. Ni la mejora del drenaje ni la construcción de una calle de rodaje mejoran la situación, ya que la cercanía de las montañas provoca cambios en los vientos y el estancamiento de nieblas. Todas estas circunstancias y la imposibilidad física de mejorar el aeropuerto de Buenavista llevan a las autoridades aeronáuticas a buscar un nuevo emplazamiento.
Se seleccionaron unos terrenos paralelos a la costa, casi al nivel del mar, en el municipio de Mazo. Tras la redacción del proyecto se realizaron los trabajos que permitieron la construcción de una pista de vuelo –denominada 01-19– que se abrió al tráfico el 15 de abril de 1970. La puesta en servicio de esta franja y la creciente ampliación del tráfico aconsejaron la construcción de un muro de escollera que, previo relleno, permitiera crear una explanada suficiente para ampliar la pista de vuelo por el extremo de la existente. El 1 de abril de 1980, se abrió al tráfico la nueva pista de vuelo.
Fabiola González Durán